La tercera Sinfonía en mi bemol mayor de Ludwig van Beethoven, «Eroica», se ha asociado durante mucho tiempo a su entusiasmo inicial por Napoleón; la composición iba a llevar incluso el título de «Bonaparte». Sin embargo, el compositor retiró esta dedicatoria decepcionado por el hecho de que el susodicho, que inicialmente actuó como «Primer Cónsul» de la república apoyada por los militares, se coronara Emperador el 2 de diciembre de 1804. Beethoven, en todo caso, se mantuvo fiel a su sinfonía, influida tanto por la música revolucionaria francesa como por la polifonía bachiana, y que desarrolla gestos heroicos, especialmente en el primer movimiento. En este sentido, podemos suponer que Beethoven se aferró en todo caso a los ideales revolucionarios de «libertad, igualdad, fraternidad» a pesar de su identidad desgarrada entre sueños cosmopolitas y patriotismo austriaco. El movimiento lento, en forma de marcha fúnebre, nos muestra que Beethoven no quería olvidar conmemorar a las víctimas de las guerras. De este modo, el compositor expresó musicalmente uno de los lados más oscuros de la historia supuestamente «heroica».